Los artículos de Hitchens de los días 12 (en el Evening Standard) y 13 (en The Guardian) de septiembre de 2001 son la evidencia de que fue una de las mentes más claras, objetivas y necesarias del periodismo. Vio la construcción de una línea Maginot mental. Qué concepto tan preciso y profético de toda la era posterior.
El drama es que Occidente vaya en dirección contraria.
(Mrs Robinson) Llevaba ya varios meses que leía poco, me cansaba, no sabía bien el porqué. Pensé que el exceso de actividades, algo de estrés o sencillamente la edad, hacían mella en mi capacidad de concentración e incluso en mi memoria. Me han graduado. Tengo gafas para leer. El mundo ha cambiado: me concentro y tengo memoria. Quién me iba a decir que a mis 44 iba a profesar una suerte de protestantismo: me he hecho presbiceriano. Tengo muchas semanas que recuperar.
(Lloroncillo)Tres son los autores vivos de los que leo novelas. Con la honrosa excepción de la ciencia ficción, de ahí leo con fruición joyas pasadas, presentes y (es el único género que lo admite) futuras. Pues bien, uno de ellos está entrando en barrena. Espero que la decadencia no sea multidisciplinar, que no afecte a sus libros venideros. Mientras esperamos la recomposición de quien fue capaz de escribir Sumisión, nos centraremos en Carrère y McCarthy.
(Chupetes para adultos) Una parte de la política española (y de los españoles) claman porque se les trate como a bebés, no se les hable de la verdad y defendamos que las pensiones las traen los Reyes Magos. Si eres esos eternos infantes, no veas esto.
En 1994 el irregular director Tim Burton nos legó Ed Wood. Sin duda la mejor película de este realizador. En mi opinión el último gran clásico. No la vi en pantalla grande, fue mejor, conocí este título con quien se ha de conocer lo grande que es el cine: con Garci y en su programa de la Segunda Cadena de la, hoy maltrecha, Televisión Española.
Edward Davis Wood, en quien Burton basa su cinta, fue un director de cine neoyorquino. Entre sus títulos, los más famosos son Glen or Glenda, Bride of the Monster y la más mala y por ello la preferida por todos: Plan 9 from Outer Space.
Y es que Eddie es famoso porque, en los 70, fue elegido el peor director del cine de todos los tiempos y ese plan noveno interespacial, la peor película. Ni por asomo es así, hay directores y películas bastante peores que los trabajos de nuestro protagonista de hoy. Pero el jurado de los Golden Turkey Awards se fijó en él. Y existe una razón.
Cuando uno conoce la vida de Edward a través de la estupenda interpretación de Johnny Depp, se percata de que es un entusiasta que adora su trabajo. Quiere convertirse en el nuevo Orson Welles. Como el autor de Ciudadano Kane, escribe, produce, dirige y a veces protagoniza sus películas. Ambos sufren la incomprensión de la industria y los productores. Claro, el autor de Sed de mal por genial, el de Glen or Glenda por fatal.
El otro aspecto fundamental de la película, y lo que la hace ser una de las grandes, es la inclusión en la narración de la amistad que unió a nuestro hombre con Bela Lugosi, antigua estrella y ya en decadencia, víctima del star-system, olvidado, en una casa cochambrosa, morfinómano y abandonado por su enésima mujer. La férrea amistad entre ambos era inevitable. Como escribió Javier Marías en la crítica que hizo a Ed Wood en su momento, se trataba de un encuentro entre dos perdedores que no sólo saben que lo son de sí mismos, sino cada uno del otro, un fue y un no será.
Pero da igual: una de las escenas más bonitas de la historia del cine se produce cuando un Wood arruinado trata de ayudar a un Lugosi moribundo haciéndole creer que tiene un gran proyecto entre manos; rueda en la puerta de la casa del antaño vampiro las que serán las últimas escenas de un Bela que pocas horas después entrará en un ataúd con el atuendo del Conde, pero esta vez para no volver a salir jamás.
Pero Ed Wood rodó 18 películas contra viento y marea. Perdió a su prometida que le dejó por freak, fue el hazmerreir de Hollywood, se arruinó, murió Bela y se rehízo cada vez. No echó la culpa al resto del mundo ni lloró o explotó de ira. No se quejó, tenía claros sus objetivos. No culpó al mundo ni se enfrentó a los directores de éxito o rodeó los estudios con su estrafalario equipo de rodaje para gritar e insultar por su falta de comprensión.
Ed Wood era un hombre con un entusiasmo y una fe en sí mismo inquebrantables. Su sueño era ser director de cine y pasar a la historia por ello. Y así ha sido. Hoy en los expositores de las tiendas donde se venden películas, se encuentran las de Ed Wood. Y se venden. Yo mismo tengo las tres citadas. Muchos directores, peores y mejores, se perdieron en la niebla del tiempo y sus trabajos no volverán al gran público. Porque la pasión sin odios, el entusiasmo, el optimismo y no rendirse jamás, de un modo u otro, te pueden convertir en el mejor. Aunque sea el mejor-peor.
Aunque ni siquiera eso es cierto: porque esas imágenes que Ed Wood rodó de Lugosi a las puertas de su casa, son las mejores imágenes de un amigo a otro de toda la historia, son las mejores imágenes que encontraremos de la amistad.
Sigo avanzando en la obra de Hitchens. Sin duda lo que más valoro de él son las semblanzas que hace de personajes. Desde Churchill hasta JFK, de David Irving a Teresa de Calcuta, el ensayista británico brilla hasta deslumbrar. Soy incapaz de predecir lo que va a contarme de cada uno de estos perfiles. O la valoración que va a quedar al final del texto. Los trata uno a uno, una narración de hechos sin contaminar, que hace sentir muy cómodo al lector, pero sobre todo, y por esto le estaré tan agradecido: puedes relajarte en la lectura y confiar en él. Sabes que sus prejuicios nunca llegan a la punta de la pluma. Jamás dan forma a la tinta.
De las últimas semblanzas que he leído la que más me ha impresionado es la de JFK. La deconstrucción del clan Kennedy es implacable. No deja que la forma de morir dulcifique al resto del personaje. El texto es del tal impacto que lo he leído dos veces seguidas. Hitchens es capaz de anular mis prejuicios gracias a la total ausencia de los suyos. Y lo que es más importante: me está enseñando a desposeerme de ellos cuando de razonar se trata. Y creo que él lo aprendió de Orwell. Mi gratitud plena a Hitch.
(Intelligentsia) Julio Camba escribió que las pinturas rupestres tienen ese trazo tan eficaz y tanta expresividad por la libertad con la que pintaban aquellos hombres tan antiguos. Afirma que en la Edad de Piedra, antes del Hierro, no había lentes, monturas para las gafas, y por tanto no había críticos artísticos. Camba siempre es irónico y afilado, exigiendo la implicación del lector para completar el sentido de lo que quiere decir. En este asunto la cosa no ha cambiado, Hitchcock tuvo que hacer frente al desprecio de la intelectualidad hasta que Truffaut les hizo ver la gran estupidez que estaban cometiendo. El abrumador éxito de los estrenos del maestro del suspense, las largas colas en los cines y la popularidad de quien hizo de su perfil un símbolo cinematográfico (conozco un par de directores que lo tienen tatuado), espantaron a la intelectualidad, que siente siempre la necesidad de apartarse del vulgo.
Todo esto pasa hoy con Stephen King, sé que su última obra – suele publicar una cada año y poco, incluso más – vuelve a ser de una alta calidad. Pero King vende demasiado. Hay quien lo quiere presentar como frívolo, pero es gente que no ha leído Mientras escribo, y no sabe cómo se emociona el autor de Carrie cuando firma sobre un escritorio sobre el que escribía Kipling, no sabe el lector voraz y sensible que es, es cierto que ni el cine ni el cómic se le han dado especialmente bien, pero es, probablemente el escritor más importante para el gran público de finales del siglo XX. Sé que dentro de pocos años algún Truffaut señalará el gran error de la intelectualidad y estos podrán manifestar orgullosos que disfrutaron El Resplandor en la intimidad.
A raíz del asesinato del sacristán el pasado 25 de enero di una rueda de prensa donde afirmé que se trataba de un ataque con motivos religiosos y mostré la solidaridad de Ciudadanos con la comunidad cristiana. Un diputado me afeó esas declaraciones. Me dijo que se trataba de un loco y que el ataque no tenía nada que ver con la religión. Y aquí es donde quiero pararme.
Un hombre discute con los asistentes a una iglesia porque dice que se tienen que convertir al islam, hiere a un sacerdote y luego se dirige a otra iglesia y mata a un sacristán y deja heridas a otras dos personas. Rompe a machetazos imágenes católicas y causa otros destrozos en la iglesia. La Fiscalía y la policía coinciden en el carácter religioso del ataque y la Audiencia Nacional lo investiga como terrorismo.
Volvamos a la «locura»: ¿impide la locura que la causa de un homicidio sea la religión? ¿Habría que hacer una prueba psicológica a todos los etarras asesinos para saber si mataron en nombre del nacionalismo o de una psicosis? ¿Es uno víctima o no del terrorismo en función de la salud mental de su atacante? Si eliminamos la religión de la cadena de hechos de Algeciras ¿habría un sacristán muerto? Es más, quien es capaz de matar a sangre fría en nombre de una idea ¿está libre de tener algún trastorno mental? ¿existe una disyuntiva entre la salud mental y las causas de un ataque violento? ¿Cuántos asesinatos a lo largo de la historia en nombre del nacionalismo, la religión o la raza habrán sido cometidos por personas con algún tipo de patología mental? ¿y si Hitler tenía serios problemas mentales, como afirman no pocos especialistas? Henry Murray, prestigiosísimo psiquiatra de Harvard, en 1943, describió al «Führer» como un histérico, neurótico, esquizofrénico y paranoico y pronosticó su suicidio 2 años antes. Para hacer el mal se puede tener una motivación nacionalista, racista o religiosa y además una salud mental deficiente.
Aunque quizá solo plantean desvincular los motivos cuando tememos que verbalizarlo nos puede hacer parecer algo que no queremos parecer a ojos de quienes pretenden imponer lo que se puede y no se puede decir, independientemente de si es o no verdad.
Por cierto, sabemos que el homicida de Algeciras atacó dos iglesias, dijo que los feligreses tenían que convertirse al islam, mató a machetazos a un sacristán e hirió a un sacerdote y que causó destrozos a imágenes católicas. Pero a juicio de algunos es precipitado hablar de motivos religiosos. Hablemos por ahora de «locura» a la espera de que algún psiquiatra nos avale.
(Progromos) Colau como buena commie es antisemita. El antisemitismo es un principio fundacional del comunismo, nace con Marx y su “Sobre la cuestión judía” y sigue una larguísima tradición que llega hasta hoy. Hay quien quiere un antisemitismo perfumado y acude al eufemismo “soy antisionista”. Esto viene a ser una especie de “yo tengo amigos gais”. Mientras, en Tel Aviv parecen llevar con estoicismo el hecho de que Colau haya roto lazos entre Barcelona y ellos porque simulan pasar absolutamente de la señora alcaldesa.
(Memento) Uno de los relatos de Ted Chiang de la magnífica compilación “Exhalación” titulado “La verdad de los hechos, la verdad de los sentimientos”, versa sobre el impacto de la escritura en las sociedades ágrafas. Cómo el testimonio escrito afecta al imaginario colectivo y los recuerdos amoldados empiezan a chocar con la huella que dejó en el papel un testigo de los hechos. En el mismo relato una revolución posterior pero de la misma naturaleza se produce cuando los seres humanos empezamos a disponer de acceso, mediante un implante que graba todo lo que vivimos, a las escenas de nuestras vidas para verlas exactamente como fueron. Ello nos permite revivir cualquier momento de nuestro pasado, pero también impide que estos se olviden y que la memoria esculpa los sucesos de forma que el presente sea más llevadero y el olvido haga su trabajo, que como veremos en el brillantísimo relato desempeña un papel importante.
He pasado años defendiendo la necesidad de atenernos al hecho, pero leyendo a Chiang veo que es importante conocerlo, pero no verlo o revivirlo. Hay que dejar trabajar a los sesgos, mal que me pese.
(Luditas) Un diputado conservador me ha manifestado sus dudas sobre el transhumanismo. Su pensamiento, culto y bien razonado y sobre todo con trabajo de propia cosecha tras de sí, temía la deshumanización por la máquina. Yo me deshumanizo encantado, la verdad. Desde el coche hasta mis auriculares o el dispositivo desde el que usted lee esto, estoy más de dispuesto a que un nanorrobot me quite el colesterol, a pagar con la pupila y a sumergirme en un futuro cyberpunk.
(Laika)Dos Sorrentinos innovan en sus ámbitos. Paolo lo hizo en el mundo de las series con su Nuevo Papa magnífico, insuperable, estéticas novedosas y simétricas, monjas danzando en capillas de after y una historia cautivadora original mientras el papado es de Jude Law. Aunque su consagración y su salto al Olimpo es con La Gran Belleza. Un clásico automático. Una obra cumbre del cine.
El otro es Andrea, napolitano también y rompedor en su ámbito, en este caso el cómic. Ayer noche leí Primordial. Si bien está claro que es un descanso que se toma la dupla creativa (Jeff Lemire y Andrea Sorrentino), entre la magnífica y aterradora Gideon Falls y algo que preparan en el cómic de terror para este 2023, llamado The Bone Orchard Mythos, Primordial es un estupendo homenaje a los animales que a final de los 50 fueron enviados al espacio. Animales que murieron probablemente en circunstancias terribles. Animales que quedaron encuadrados en el imaginario colectivo. Con esa premisa Lemire inicia una historia ambientada en la Guerra Fría con algo de conspiranoia y mucha fantasía. Un cómic que habría pasado sin pena ni gloria si no llega a ser por su magnífico dibujante. A destacar el color de Dave Stewart.
Lo que hace especial al dibujo de Sorrentino es su capacidad para exprimir todas las posibilidades del cómic. Sus composiciones de página, su fragmentación de las viñetas y su manejo de la geometría, hacen que alguien sepa reconocerle inmediatamente. Yo, si veo su nombre en una portada, sucumbo.
(Goyescos) Estos cineastas cribados que no han visto en España ningún problema en el Gobierno central y sí en la Comunidad de Madrid. Quizás quizás les afecta el hecho de que están dilucidando en estos días cómo se reparten el dinero del contribuyente en la negociación de Ley del Cine. Quizás. Gritaron por la Sanidad Publica, si en el alarido les hubiera reventado una cuerda vocal habrían sido trasladados a Quiron Salud, como kármicamente supimos esta mañana en el capítulo de agradecimientos.
La podemia acude arreglada a la gala, significa que saben arreglarse cuando quieren. Se arreglan para el gremio, pero pueden representar a todos los españoles en chándal.