Los artículos de Hitchens de los días 12 (en el Evening Standard) y 13 (en The Guardian) de septiembre de 2001 son la evidencia de que fue una de las mentes más claras, objetivas y necesarias del periodismo. Vio la construcción de una línea Maginot mental. Qué concepto tan preciso y profético de toda la era posterior.
El drama es que Occidente vaya en dirección contraria.
(Mrs Robinson) Llevaba ya varios meses que leía poco, me cansaba, no sabía bien el porqué. Pensé que el exceso de actividades, algo de estrés o sencillamente la edad, hacían mella en mi capacidad de concentración e incluso en mi memoria. Me han graduado. Tengo gafas para leer. El mundo ha cambiado: me concentro y tengo memoria. Quién me iba a decir que a mis 44 iba a profesar una suerte de protestantismo: me he hecho presbiceriano. Tengo muchas semanas que recuperar.
(Lloroncillo)Tres son los autores vivos de los que leo novelas. Con la honrosa excepción de la ciencia ficción, de ahí leo con fruición joyas pasadas, presentes y (es el único género que lo admite) futuras. Pues bien, uno de ellos está entrando en barrena. Espero que la decadencia no sea multidisciplinar, que no afecte a sus libros venideros. Mientras esperamos la recomposición de quien fue capaz de escribir Sumisión, nos centraremos en Carrère y McCarthy.
(Chupetes para adultos) Una parte de la política española (y de los españoles) claman porque se les trate como a bebés, no se les hable de la verdad y defendamos que las pensiones las traen los Reyes Magos. Si eres esos eternos infantes, no veas esto.
Sigo avanzando en la obra de Hitchens. Sin duda lo que más valoro de él son las semblanzas que hace de personajes. Desde Churchill hasta JFK, de David Irving a Teresa de Calcuta, el ensayista británico brilla hasta deslumbrar. Soy incapaz de predecir lo que va a contarme de cada uno de estos perfiles. O la valoración que va a quedar al final del texto. Los trata uno a uno, una narración de hechos sin contaminar, que hace sentir muy cómodo al lector, pero sobre todo, y por esto le estaré tan agradecido: puedes relajarte en la lectura y confiar en él. Sabes que sus prejuicios nunca llegan a la punta de la pluma. Jamás dan forma a la tinta.
De las últimas semblanzas que he leído la que más me ha impresionado es la de JFK. La deconstrucción del clan Kennedy es implacable. No deja que la forma de morir dulcifique al resto del personaje. El texto es del tal impacto que lo he leído dos veces seguidas. Hitchens es capaz de anular mis prejuicios gracias a la total ausencia de los suyos. Y lo que es más importante: me está enseñando a desposeerme de ellos cuando de razonar se trata. Y creo que él lo aprendió de Orwell. Mi gratitud plena a Hitch.
(Intelligentsia) Julio Camba escribió que las pinturas rupestres tienen ese trazo tan eficaz y tanta expresividad por la libertad con la que pintaban aquellos hombres tan antiguos. Afirma que en la Edad de Piedra, antes del Hierro, no había lentes, monturas para las gafas, y por tanto no había críticos artísticos. Camba siempre es irónico y afilado, exigiendo la implicación del lector para completar el sentido de lo que quiere decir. En este asunto la cosa no ha cambiado, Hitchcock tuvo que hacer frente al desprecio de la intelectualidad hasta que Truffaut les hizo ver la gran estupidez que estaban cometiendo. El abrumador éxito de los estrenos del maestro del suspense, las largas colas en los cines y la popularidad de quien hizo de su perfil un símbolo cinematográfico (conozco un par de directores que lo tienen tatuado), espantaron a la intelectualidad, que siente siempre la necesidad de apartarse del vulgo.
Todo esto pasa hoy con Stephen King, sé que su última obra – suele publicar una cada año y poco, incluso más – vuelve a ser de una alta calidad. Pero King vende demasiado. Hay quien lo quiere presentar como frívolo, pero es gente que no ha leído Mientras escribo, y no sabe cómo se emociona el autor de Carrie cuando firma sobre un escritorio sobre el que escribía Kipling, no sabe el lector voraz y sensible que es, es cierto que ni el cine ni el cómic se le han dado especialmente bien, pero es, probablemente el escritor más importante para el gran público de finales del siglo XX. Sé que dentro de pocos años algún Truffaut señalará el gran error de la intelectualidad y estos podrán manifestar orgullosos que disfrutaron El Resplandor en la intimidad.
A raíz del asesinato del sacristán el pasado 25 de enero di una rueda de prensa donde afirmé que se trataba de un ataque con motivos religiosos y mostré la solidaridad de Ciudadanos con la comunidad cristiana. Un diputado me afeó esas declaraciones. Me dijo que se trataba de un loco y que el ataque no tenía nada que ver con la religión. Y aquí es donde quiero pararme.
Un hombre discute con los asistentes a una iglesia porque dice que se tienen que convertir al islam, hiere a un sacerdote y luego se dirige a otra iglesia y mata a un sacristán y deja heridas a otras dos personas. Rompe a machetazos imágenes católicas y causa otros destrozos en la iglesia. La Fiscalía y la policía coinciden en el carácter religioso del ataque y la Audiencia Nacional lo investiga como terrorismo.
Volvamos a la «locura»: ¿impide la locura que la causa de un homicidio sea la religión? ¿Habría que hacer una prueba psicológica a todos los etarras asesinos para saber si mataron en nombre del nacionalismo o de una psicosis? ¿Es uno víctima o no del terrorismo en función de la salud mental de su atacante? Si eliminamos la religión de la cadena de hechos de Algeciras ¿habría un sacristán muerto? Es más, quien es capaz de matar a sangre fría en nombre de una idea ¿está libre de tener algún trastorno mental? ¿existe una disyuntiva entre la salud mental y las causas de un ataque violento? ¿Cuántos asesinatos a lo largo de la historia en nombre del nacionalismo, la religión o la raza habrán sido cometidos por personas con algún tipo de patología mental? ¿y si Hitler tenía serios problemas mentales, como afirman no pocos especialistas? Henry Murray, prestigiosísimo psiquiatra de Harvard, en 1943, describió al «Führer» como un histérico, neurótico, esquizofrénico y paranoico y pronosticó su suicidio 2 años antes. Para hacer el mal se puede tener una motivación nacionalista, racista o religiosa y además una salud mental deficiente.
Aunque quizá solo plantean desvincular los motivos cuando tememos que verbalizarlo nos puede hacer parecer algo que no queremos parecer a ojos de quienes pretenden imponer lo que se puede y no se puede decir, independientemente de si es o no verdad.
Por cierto, sabemos que el homicida de Algeciras atacó dos iglesias, dijo que los feligreses tenían que convertirse al islam, mató a machetazos a un sacristán e hirió a un sacerdote y que causó destrozos a imágenes católicas. Pero a juicio de algunos es precipitado hablar de motivos religiosos. Hablemos por ahora de «locura» a la espera de que algún psiquiatra nos avale.
(Progromos) Colau como buena commie es antisemita. El antisemitismo es un principio fundacional del comunismo, nace con Marx y su “Sobre la cuestión judía” y sigue una larguísima tradición que llega hasta hoy. Hay quien quiere un antisemitismo perfumado y acude al eufemismo “soy antisionista”. Esto viene a ser una especie de “yo tengo amigos gais”. Mientras, en Tel Aviv parecen llevar con estoicismo el hecho de que Colau haya roto lazos entre Barcelona y ellos porque simulan pasar absolutamente de la señora alcaldesa.
(Memento) Uno de los relatos de Ted Chiang de la magnífica compilación “Exhalación” titulado “La verdad de los hechos, la verdad de los sentimientos”, versa sobre el impacto de la escritura en las sociedades ágrafas. Cómo el testimonio escrito afecta al imaginario colectivo y los recuerdos amoldados empiezan a chocar con la huella que dejó en el papel un testigo de los hechos. En el mismo relato una revolución posterior pero de la misma naturaleza se produce cuando los seres humanos empezamos a disponer de acceso, mediante un implante que graba todo lo que vivimos, a las escenas de nuestras vidas para verlas exactamente como fueron. Ello nos permite revivir cualquier momento de nuestro pasado, pero también impide que estos se olviden y que la memoria esculpa los sucesos de forma que el presente sea más llevadero y el olvido haga su trabajo, que como veremos en el brillantísimo relato desempeña un papel importante.
He pasado años defendiendo la necesidad de atenernos al hecho, pero leyendo a Chiang veo que es importante conocerlo, pero no verlo o revivirlo. Hay que dejar trabajar a los sesgos, mal que me pese.
(Luditas) Un diputado conservador me ha manifestado sus dudas sobre el transhumanismo. Su pensamiento, culto y bien razonado y sobre todo con trabajo de propia cosecha tras de sí, temía la deshumanización por la máquina. Yo me deshumanizo encantado, la verdad. Desde el coche hasta mis auriculares o el dispositivo desde el que usted lee esto, estoy más de dispuesto a que un nanorrobot me quite el colesterol, a pagar con la pupila y a sumergirme en un futuro cyberpunk.
(Laika)Dos Sorrentinos innovan en sus ámbitos. Paolo lo hizo en el mundo de las series con su Nuevo Papa magnífico, insuperable, estéticas novedosas y simétricas, monjas danzando en capillas de after y una historia cautivadora original mientras el papado es de Jude Law. Aunque su consagración y su salto al Olimpo es con La Gran Belleza. Un clásico automático. Una obra cumbre del cine.
El otro es Andrea, napolitano también y rompedor en su ámbito, en este caso el cómic. Ayer noche leí Primordial. Si bien está claro que es un descanso que se toma la dupla creativa (Jeff Lemire y Andrea Sorrentino), entre la magnífica y aterradora Gideon Falls y algo que preparan en el cómic de terror para este 2023, llamado The Bone Orchard Mythos, Primordial es un estupendo homenaje a los animales que a final de los 50 fueron enviados al espacio. Animales que murieron probablemente en circunstancias terribles. Animales que quedaron encuadrados en el imaginario colectivo. Con esa premisa Lemire inicia una historia ambientada en la Guerra Fría con algo de conspiranoia y mucha fantasía. Un cómic que habría pasado sin pena ni gloria si no llega a ser por su magnífico dibujante. A destacar el color de Dave Stewart.
Lo que hace especial al dibujo de Sorrentino es su capacidad para exprimir todas las posibilidades del cómic. Sus composiciones de página, su fragmentación de las viñetas y su manejo de la geometría, hacen que alguien sepa reconocerle inmediatamente. Yo, si veo su nombre en una portada, sucumbo.
(Goyescos) Estos cineastas cribados que no han visto en España ningún problema en el Gobierno central y sí en la Comunidad de Madrid. Quizás quizás les afecta el hecho de que están dilucidando en estos días cómo se reparten el dinero del contribuyente en la negociación de Ley del Cine. Quizás. Gritaron por la Sanidad Publica, si en el alarido les hubiera reventado una cuerda vocal habrían sido trasladados a Quiron Salud, como kármicamente supimos esta mañana en el capítulo de agradecimientos.
La podemia acude arreglada a la gala, significa que saben arreglarse cuando quieren. Se arreglan para el gremio, pero pueden representar a todos los españoles en chándal.
(Compensaciones) Un 12 de febrero murió Kant y cinco años exactos después nació Darwin. A este último la mayoría de la gente se resiste a entenderlo. Sin ir más lejos todavía es frecuente la pregunta «¿qué fue antes, el huevo o la gallina?»
(Orwellianos) Llevo semanas leyendo la obra de Christopher Hitchens, sé que llego tarde al trabajo de alguien cuya principal virtud es tratar los hechos uno a uno. Es un esfuerzo inmenso ver el mundo sin inercias. Nunca hemos tenido tan accesible la verdad, pero jamás se nos ofreció tan magno buffet de mentiras reconfortantes. ¿Cómo nos preferimos, libres o tranquilos? Recomiendo «Por qué es importante Orwell» y «Cartas a un joven disidente». Sobre las opiniones mayoritarias, como sé que seguiré con Hitchens en entradas posteriores, traigo este fragmento que escoge él de las cartas de Zola en medio del huracán del caso Dreyfus:
¿Sois conscientes de que el peligro reside precisamente en esta terquedad sombría de la opinión pública? Cien periódicos repiten todos los días que la opinión pública no desea la inocencia de Dreyfus, que su culpabilidad es necesaria para la seguridad del país. ¿Y sabéis hasta qué punto vosotros mismos seréis culpables si las autoridades se valen de este sofisma para ahogar la verdad?
Zola
Un buen tatuaje puede ser: «no seguirás a una multitud para hacer el mal». Aunque al mismo tiempo hay que saber detectar la intelligentsia que trae las conclusiones bajo el brazo antes de comenzar un razonamiento, el rebaño de mentes independientes (Hitchens citando en este caso a Harold Rosenberg). Todas las prevenciones para los aficionados a lo que Baggini denomina razonamiento motivado.
(Mr. Crowley) Hace pocos días que hemos sabido que Ozzy se retira. De mis predilectos cada vez quedan menos en activo. La verdad es que es incomprensible que hayamos disfrutado de él en directo hasta hoy teniendo en cuenta lo poco healthy que ha sido. Lo más sano que se ha tragado nuestro peculiar Príncipe de las Tinieblas es un murciélago. Confiemos en que nos siga dando alegrías desde el estudio. No obstante su legado en inmenso, pocas estrellas del heavy nos han dejado tanto y tan bueno, con Black Sabbath o en solitario.
Pocas, muy pocas veces, he tenido la sensación de estar presenciando el nacimiento de un clásico. Me ha pasado alguna vez con la música; A matter of life and death de Iron Maiden o el Ultra de Depeche Mode, fueron clásicos instantáneos que detecté al momento, también me ha sucedido con el cine, Ratatouille (Brad Bird, 2007), El Caballero Oscuro (Christopher Nolan, 2008) o Master and Commander (Peter Weir, 2003) . Menos veces con la literatura; La carretera (Cormac McCarthy, 2006) o El adversario (Emmanuel Carrère, 2000) un clásico desde el día de su publicación es La tabla rasa (Steven Pinker, 2002). No todos estos libros los leí nada más salir, pero sí al menos antes de sus consagraciones como clásicos (alguna todavía está por terminar de consolidarse). En el caso de las películas y los discos, sí fui consciente de su magnitud en el momento de su estreno o publicación.
Esta sensación de estar ante algo que se seguirá leyendo, viendo o escuchando dentro de 100 años, me la ha vuelto a generar la colección de relatos Exhalación, de Ted Chiang, publicado originalmente en 2019, en 2020 en español.
La maestría de Chiang a la hora de acometer algunos temas clásicos o dilemas de nuestro tiempo, está al alcance de muy pocos. El relato con el que inaugura el libro El comerciante y la puerta del alquimista, afronta las paradojas de los viajes en el tiempo como solo había sido capaz de hacerlo Heinlein en su Todos vosotros zombis. Chiang hilvana las diferentes líneas temporales con la precisión de un cirujano, con la grandeza además de desarrollar todo en un entorno en que es poco habitual leer ciencia ficción, llegado un momento uno piensa en la magia, porque el escenario elegido es una referencia directa a las Mil y una noches.
Pero la apertura del libro no es más que un aviso de la altísima calidad de lo que viene: Exhalación, que es el que da título a la compilación, es una obra maestra del relato corto a la altura de los mejores momentos de Asimov o Arthur C. Clarke. Allí se mezcla la ciencia, lo que es o no la vida y la génesis de las creencias.
La reflexión sobre la Inteligencia Artificial que se hace en El ciclo de vida de los objetos del software y nuestra forma de relacionarnos con ella es de una brillantez inusitada. Nada tan certero y que invite a reflexionar al lector sobre la “vida artificial” desde los ciclos robóticos de Asimov. Además no tiene miedo de pisar callos a la hora de establecer analogías que nos resultarán muy familiares.
En estos y en los demás relatos, profundizará en temas como el libre albedrío, la crianza de los hijos, la bioética o la condición humana como otros de los asuntos centrales en esta segunda colección de relatos del que es ya, aunque no vuelva a escribir nada más, un clásico imperecedero de la Ciencia Ficción. Espero que no sea así, claro, y que Ted Chiang vuelva con otras antologías, porque no estamos sobrados de genios en este género hoy en día.
Llevo tres cartas en dos días que no he enviado, la tercera escrita con la plena consciencia de que no iba a hacerlo. La carta no enviada es muy reveladora para el remitente. Me voy a aficionar al género.