Los muertos como atrezzo

24 horas han bastado para que el PSOE vuelva a homologar a Bildu como un aliado perfectamente democrático. El PSOE no ha tenido problema en defender a los de Otegi como socios progresistas para sus acuerdos en el Congreso, luego utilizar durante la campaña los vínculos de Bildu con ETA – el pleonasmo más disimulado de nuestro tiempo político – para ahora volver a las carantoñas con un partido que tiene más de una veintena de dirigentes condenados por terrorismo o vínculos con ETA.

Bildu es bueno cuando le conviene al PSOE en el Congreso o en Pamplona, malo cuando les conviene en campaña y bueno otra vez cuando las elecciones vascas ya han pasado. Esto sí es un uso de las víctimas de ETA a las que el PSOE ha tenido en boca los últimos 15 días. El lunes volvieron al baúl del atrezzo socialista. Igual que como atrezzo usó Sánchez los huesos del Valle de los Caídos, igual que atrezzo son todas las víctimas del franquismo, igual que usaron la momia del dictador como espantajo electoral. El PSOE de hoy es especialista en pintar sus pancartas con sangre ajena, sangre que cae por el desagüe en cuanto no conviene. Sangre que también es la de socialistas de ayer.

Sobre los 340.000 votantes de Bildu en estas elecciones: recuerdo perfectamente una entrevista de Ortúzar del PNV donde Alsina en que hablaba de la épica de Otegi. ¡La épica! ¿Qué épica aliña a Arnaldo Otegi? La del secuestro y el terrorismo. El PNV en este caso verbalizaba una terrible verdad: en el País Vasco haber estado en ETA es un reclamo electoral. Una parte importantísima de los vascos ha admirado a los terroristas, ha bendecido a los pistoleros que empuñaban el arma que ellos no se atrevían a amartillar, al que detonaba la bomba que ellos no tenían valor de activar. Y por eso los votan. El llamado “blanqueamiento” del PSOE homologando a Bildu como una fuerza política perfectamente democrática y progresista perfuma las conciencias, pero no las muta. Pero un territorio donde ya se ha ejecutado el éxodo de quienes no son nacionalistas, donde una encuesta de ETB solo plantea si ETA debería haber dejado las armas antes y nadie pone sobre la mesa que nunca tendría que haber existido, es un territorio habitado por una moral paralela. Una moral donde el asesinato tuvo su momento propicio para el 88,1% de los encuestados y en que solo se discute cuándo debió ser el último muerto, sin que la propia encuesta sea un escándalo. No hay que exonerar a los votantes de Bildu de su responsabilidad, no es la ingeniería social la que les lleva a votar terrorismo: es una moral especial donde el tiro en la nuca, las bombas y los cadáveres tuvieron su momento, una causa justa y algo habrían hecho los muertos.

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