Cortesanos de sede

Nacer, crecer, reproducirse y morir en la sede de un partido político tiene ventajas e inconvenientes. Ventajas para quienes habitan en ellas, inconvenientes para todos los demás. Que las dos factorías de presidentes del Gobierno, el PP y el PSOE, basen sus mecanismos de selección en el manejo de armas blancas figuradas, en la capacidad de asumir y ejecutar la traición y en la habilidad para generar un relato, que es un eufemismo de la mentira, tiene graves consecuencias para España.

En Vatel, una película media de Roland Joffé, podemos ver los enormes preparativos de toda la sociedad para los banquetes de Luis XIV. Cómo toda la población en torno a Palacio, se moviliza para satisfacer el capricho de los cortesanos, que a su vez están volcados en satisfacer los caprichos del rey. Pues bien, las monarquías en democracia ya no funcionan así, pero hemos cambiado los cortesanos del rey por los de las sedes de los grandes partidos. Toda la sociedad está a su servicio. Los impuestos de los españoles financian estos nuevos Palacios de la Intriga, estos Cluedos donde el Mayordomo es sustituido por Makinavaja, donde la corrupción, la moral y la legal, se extiende como el moho. Sedes donde medran quienes creen que los escaños, los sillones de concejal y los Gobiernos les pertenecen dinásticamente. Sitios donde la fortaleza que generó la corrupción, hoy se utiliza para la eliminación de los partidos que amenacen su hegemonía. La Gürtel o los ERE de Andalucía son aceptados por PP y PSOE a beneficio de inventario. La fuerza de los grandes partidos se basa en la receptación.

El último episodio de una maniobra cortesana lo vivimos ayer en el pleno del Congreso de los diputados. Los Presupuestos Generales del Estado no fueron aprobados en primera vuelta y volvían al Congreso desde el Senado, porque había salido adelante una enmienda que los modificaba. Esto podía leerse como un pequeño golpecito a la tramitación presupuestaria, una colleja al vanidoso Pedro Sánchez. La jugada se le ocurrió a alguien del Partido Popular:

Vamos a aprobar una enmienda en el Senado para que haya que repetir un pleno en Navidad y Sánchez no pueda celebrar la aprobación definitiva de los Presupuestos en prime time y esta sea en periodo vacacional.

¡Jugada maestra, sire! ¡Qué habilidad táctica! plasplasplás.

Algo así. Y así fue. Aquí termina lo que a los cortesanos de sede importaba.

Nadie preguntó ¿de qué va la enmienda?

Lo que se aprobó con los votos del Partido Popular, fue una enmienda del partido nacionalista valenciano, Compromís, que otorgaba a los Gobiernos autonómicos más medios para la promoción de la lenguas cooficiales. No hace falta ser Adenauer para percatarse de lo que los Gobiernos nacionalistas de las Comunidades Autónomas hacen con este dinero. Hacen lo que en Canet de Mar, montan chiringuitos de propaganda contra España, asociaciones de la calumnia hispanófoba, colocan independentistas y financian la causa separatista. Hay un largo histórico de dónde ha terminado el dinero finalista que el Estado ha dado al nacionalismo para promociones diversas. En España hemos vivido siempre con la paradoja de que el Estado ha financiado su propia destrucción.

Por eso Bildu dio las gracias, con sorna, al Partido Popular. Por eso los nacionalistas, impresionados por la frivolidad de las criaturas de Génova, dedicaron la sesión plenaria a reírse del origen de la medida que se votaba.

La frivolidad de los cortesanos de sede estaría muy bien si fuera una serie de televisión de intrigas cutres, pero no es divertida si es a sueldo de los españoles y con consecuencias tan graves para ellos. El no pisar el suelo, el no haber trabajado nunca, no sufrir tener que abrir o cerrar una empresa, no saber qué es pagar una cuota de autónomos, que tu prosperidad dependa de tu capacidad de uso del puñal, de la mentira y de la adulación, tiene consecuencias penosas. Que una jugada así resulte divertida para algunos políticos, es el paradigma de uno de los grandes males de España: que la selección política es muy diferente a la selección civil. Mientras esto no cambie, los mejores estarán gobernados siempre por los peores.

Por supuesto todo esto se lo dije en la Tribuna del Congreso:

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