La especie que más va a sufrir con el cambio climático es la nuestra. Primero porque sabemos que existimos. Segundo porque somos hoy la especie más llorona de la tierra y que menos preparada está para las privaciones. Las demás especies no se dan importancia y no saben que cambia el clima. Aparecen y desaparecen sin aspavientos.
Si una raza extraterrestre hiciera una medición global sobre qué especie es la dueña del planeta, las hormigas por permanencia y antigüedad, quedarían muy por encima del hombre. Lo aprendí de Bernard Werner. Seríamos un microparéntesis si nos esfumásemos.
Si de verdad hubiera un desastre climático en plan Roland Emmerich, algunas décadas después, las especies supervivientes si supieran brindar brindar, brindarían.
El llanto y la alarma actual no es por el planeta: es por el hombre. Y bien está.