Al nacionalismo secesionista no se le puede oponer un nacionalismo de frontera más amplia. No se trata de hacer frente a un pleito por las lindes, al nacionalismo hay que enfrentarlo con una defensa del individuo frente al identitarismo , con unos valores que no nos convierten en accesorios del terruño, al nacionalismo se le combate con la evidencia de lo que conlleva.
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Contra el relativismo a babor, contra el relativismo a estribor
Sobre mascarillas y chamanes
La política en España – y en Occidente en general – está plegada al simplismo, al regate corto y a la prevalencia de lo comunicativo y propagandístico sobre lo veraz y la evidencia. Estamos viviendo el combate entre la propaganda política y el método científico. He querido defender a este último esta semana en el Congreso.
El detonante fue la decisión magufa de imponer la mascarilla en exteriores incluso cuando existe distancia de seguridad.
Cortesanos de sede
Nacer, crecer, reproducirse y morir en la sede de un partido político tiene ventajas e inconvenientes. Ventajas para quienes habitan en ellas, inconvenientes para todos los demás. Que las dos factorías de presidentes del Gobierno, el PP y el PSOE, basen sus mecanismos de selección en el manejo de armas blancas figuradas, en la capacidad de asumir y ejecutar la traición y en la habilidad para generar un relato, que es un eufemismo de la mentira, tiene graves consecuencias para España.
En Vatel, una película media de Roland Joffé, podemos ver los enormes preparativos de toda la sociedad para los banquetes de Luis XIV. Cómo toda la población en torno a Palacio, se moviliza para satisfacer el capricho de los cortesanos, que a su vez están volcados en satisfacer los caprichos del rey. Pues bien, las monarquías en democracia ya no funcionan así, pero hemos cambiado los cortesanos del rey por los de las sedes de los grandes partidos. Toda la sociedad está a su servicio. Los impuestos de los españoles financian estos nuevos Palacios de la Intriga, estos Cluedos donde el Mayordomo es sustituido por Makinavaja, donde la corrupción, la moral y la legal, se extiende como el moho. Sedes donde medran quienes creen que los escaños, los sillones de concejal y los Gobiernos les pertenecen dinásticamente. Sitios donde la fortaleza que generó la corrupción, hoy se utiliza para la eliminación de los partidos que amenacen su hegemonía. La Gürtel o los ERE de Andalucía son aceptados por PP y PSOE a beneficio de inventario. La fuerza de los grandes partidos se basa en la receptación.
El último episodio de una maniobra cortesana lo vivimos ayer en el pleno del Congreso de los diputados. Los Presupuestos Generales del Estado no fueron aprobados en primera vuelta y volvían al Congreso desde el Senado, porque había salido adelante una enmienda que los modificaba. Esto podía leerse como un pequeño golpecito a la tramitación presupuestaria, una colleja al vanidoso Pedro Sánchez. La jugada se le ocurrió a alguien del Partido Popular:
– Vamos a aprobar una enmienda en el Senado para que haya que repetir un pleno en Navidad y Sánchez no pueda celebrar la aprobación definitiva de los Presupuestos en prime time y esta sea en periodo vacacional.
– ¡Jugada maestra, sire! ¡Qué habilidad táctica! plasplasplás.
Algo así. Y así fue. Aquí termina lo que a los cortesanos de sede importaba.
Nadie preguntó ¿de qué va la enmienda?
Lo que se aprobó con los votos del Partido Popular, fue una enmienda del partido nacionalista valenciano, Compromís, que otorgaba a los Gobiernos autonómicos más medios para la promoción de la lenguas cooficiales. No hace falta ser Adenauer para percatarse de lo que los Gobiernos nacionalistas de las Comunidades Autónomas hacen con este dinero. Hacen lo que en Canet de Mar, montan chiringuitos de propaganda contra España, asociaciones de la calumnia hispanófoba, colocan independentistas y financian la causa separatista. Hay un largo histórico de dónde ha terminado el dinero finalista que el Estado ha dado al nacionalismo para promociones diversas. En España hemos vivido siempre con la paradoja de que el Estado ha financiado su propia destrucción.
Por eso Bildu dio las gracias, con sorna, al Partido Popular. Por eso los nacionalistas, impresionados por la frivolidad de las criaturas de Génova, dedicaron la sesión plenaria a reírse del origen de la medida que se votaba.
La frivolidad de los cortesanos de sede estaría muy bien si fuera una serie de televisión de intrigas cutres, pero no es divertida si es a sueldo de los españoles y con consecuencias tan graves para ellos. El no pisar el suelo, el no haber trabajado nunca, no sufrir tener que abrir o cerrar una empresa, no saber qué es pagar una cuota de autónomos, que tu prosperidad dependa de tu capacidad de uso del puñal, de la mentira y de la adulación, tiene consecuencias penosas. Que una jugada así resulte divertida para algunos políticos, es el paradigma de uno de los grandes males de España: que la selección política es muy diferente a la selección civil. Mientras esto no cambie, los mejores estarán gobernados siempre por los peores.
Por supuesto todo esto se lo dije en la Tribuna del Congreso:
024, tres cifras para la vida

Fue en verano la primera vez que se habló en el Congreso de los diputados de la necesidad de un teléfono de tres cifras para la atención a la conducta y deseos suicidas. Fuimos nosotros. Pocas veces la política te da satisfacciones como esta. Lo llevamos al pleno del Congreso, se votó y se aprobó.

Será el 024. Desde su puesta en marcha puede salvar muchas de las 11 vidas que el suicidio se lleva cada día en España. a continuación os dejo la primera de las intervenciones en pleno en la que traté el asunto. Antes lo habíamos hecho en Comisión.
La siguiente intervención que enlazo, fue del día en que se aprobó la moción. Propusimos cosas muy estudiadas, no muy caras y de eficacia contrastada. Estamos satisfechos, pero no es suficiente. Seguiremos proponiendo y trabajando por la salud de todos, especialmente por la salud mental, hasta ahora, la gran olvidada.
El peso de las palabras
En este blog pretendo recuperar discursos del pasado – reciente – en el Congreso de los diputados, que considero de interés en la actualidad. Es muy frecuente que los diputados de partidos nacionalistas, utilicen palabras de calibre grueso para referirse a otras fuerzas políticas, a la policía, a los jueces o a guardias civiles. Fascismo, racismo, nazismo, genocidio, son calificativos utilizados con ligereza por parte de los emisarios de la secesión. En esta intervención, además de denunciar la banalización de los términos, cuento la historia poco conocida de uno de los partidos más racistas de la historia de España. Spoiler: no es el PNV, aunque podría serlo.
No toquéis a los niños
El nacionalismo, cuando no puede con los padres, va a por los niños. Lo hicieron con los hijos de los guardias civiles, por haber sus padres preservado el orden constitucional tras el intento de golpe en Cataluña. Lo hacen con aquellos que pretenden ejercer el derecho a que parte de la enseñanza en Cataluña sea en español.
La virulencia del nacionalismo con este asunto tiene una razón muy concreta: el pilar de la pretendida nación catalana es el idioma. Los textos originarios del secesionismo pivotaban sobre la raza catalana. Alguno hasta en una Cataluña natural. Pero tras lo perpetrado en nombre de la raza a lo largo del siglo XX, hubo que cambiar de estrategia: suplir la raza por el idioma. Por eso me gusta el concepto «etnolingüístico».
En el Congreso hemos debatido este asunto. Aquí lo que les dije.
Durante todo el debate, los diputados de Esquerra estuvieron bastante inquietos. Cuando volví a mi escaño, me increparon, me dijero que estaba loco y una evidencia, que no era catalán. Considero que no hace falta ser catalán para defender a los niños españoles. Es más, considero que no hace falta ser español para defender a niños. Les respondí «no toquéis a los niños» repetidas veces. La imágenes de la discusión se pueden ver en el minuto final de este vídeo.
Cayetanísima

Ayer terminé Políticamente Indeseable, el libro de Cayetana Álvarez de Toledo. Agradezco a la autora la oportunidad que nos ha brindado de leer el Fuego y cenizas español, porque es perfectamente comparable a la obra de Ignatieff, aunque las conclusiones de uno y otro sean diversas. Del canadiense la lección principal que extraigo es que en política nada es personal. De mi compañera en el Congreso, que en la lucha por la libertad, no se bajan los brazos. Aunque den ganas, por propios y ajenos. Entiendo que cada uno se fija en lo que necesita. Una suerte de sesgo de necesidad. Pero en ambos casos, es sabiduría práctica que sé que me va a acompañar todos los días.
Al principio me sorprendió lo bien escrito que estaba el libro, de lectura muy fluida y agradable, es un texto que se desliza y sobre el que no tienes que volver nunca a reinterpretar. Si vuelves es para fijar una idea o tratar de no olvidar una frase magnífica, que hay muchas. La sorpresa por la pericia como escritoria de Álvarez de Toledo no es porque tuviera una expectativa al respecto, sino porque hoy día es raro encontrarte con esa calidad en este género. A lo largo del libro te percatas del porqué escribe tan bien, es una mujer muy trabajadora. En consecuencia, es un libro muy cuidado y trabajado. Pero poco a poco, el hallazgo, es la constatación de encontrarte ante un ensayo político de calado, no unas memorias destinadas a decir únicamente cómos y porqués. Albergo una esperanza: que los políticos en activo que se han dedicado a poner a caldo a la autora en redes y medios de comunicación, al menos lo hayan leído. Porque es un libro cargado de principios, de valentía y de energía. Espero que las fobias no les impidan ver el bosque. Quien quiera centrarse en las criaturas orgánicas que deambulan por la narración, se pierde lo fundamental: es una llamada a la acción.
Cayetana es un valor político e intelectual que pervivirá en el tiempo. Otros se perderán como lágrimas en la lluvia.
Cayetana me ha hecho pensar mucho. Ya le tenía mucho respeto y simpatía – la conozco poco, pero tiene una virtud que aprecio mucho, y es que te hace sentir a gusto en su presencia, algo genérico en las personas bien educadas, formadas y que no te hacen pensar qué querra decir por la precisión de su lenguaje – pero tras este libro, una admiración que antes asomaba, ahora se consolida.
Contra la lobotomía moral del Estado
A cambio del apoyo en la investidura, el Gobierno de PSOE y Podemos, está inmerso en una operación de cirugía estética a Otegui y su partido.
Quieren establecer una regla por la que denunciar estos acuerdos, es utilizar a las víctimas del terrorismo. De este modo, el pacto con Bildu es inatacable. Ante este intento, hay que rebelarse.
Lo de Elorza
Anteayer tuve un enfrentamiento parlamentario con Odón Elorza que ha tenido cierta repercusión. Fue durante el debate de presupuestos. En el capítulo de Presidencia y Memoria Democrática, vino el ministro Bolaños, que tiene el encargo de enmendar la Transición. Quieren hacer un simulacro de derogación de la Ley de Amnistía. Es un simulacro, porque la norma sancionadora, en este caso penal, nunca puede ser retroactiva. El debate, que es donde hago las declaraciones a las que respondió Elorza, es este:
Posteriormente, Elorza salió a pegarme, y para hacerlo más mediático ,a pegar a Vox y al PP, porque si metes a Vox en la ecuación, todo gana repercusión. Me reprochó que nombrase a víctimas de ETA. Él vivió ETA, cree que yo no, aunque se equivoque. Es cierto que no es lo mismo la visión de un adulto que la de un niño y adolescente. Su intervención es esta:
Una buena intervención, efectista. Como muchas otras cosas que hace Elorza, en materia de magistrados o en materia de dietas, aunque pasado el titular, vote a los magistrados y cobre las dietas. Él creía que yo ya no salía más a la tribuna, lo que no deja de ser lógico, porque llevaba ya varias intervenciones en el día. De hecho fue un día bastante intenso en cuanto a trabajo. Pero me quedaba la llegada de Alberto Garzón, yo soy portavoz de Sanidad, Cultura y Deportes, de Control de RTVE, pero para mal de Elorza, tambíen de Consumo. Y tenía que salir, tres horas despúes de la intervención de Odón, a debatir con mi paisano Garzón. Le guardé la última parte de mi intervención.
Y esto fue.