Trastorno integrista transitorio

A raíz del asesinato del sacristán el pasado 25 de enero di una rueda de prensa donde afirmé que se trataba de un ataque con motivos religiosos y mostré la solidaridad de Ciudadanos con la comunidad cristiana. Un diputado me afeó esas declaraciones. Me dijo que se trataba de un loco y que el ataque no tenía nada que ver con la religión. Y aquí es donde quiero pararme.

Un hombre discute con los asistentes a una iglesia porque dice que se tienen que convertir al islam, hiere a un sacerdote y luego se dirige a otra iglesia y mata a un sacristán y deja heridas a otras dos personas. Rompe a machetazos imágenes católicas y causa otros destrozos en la iglesia. La Fiscalía y la policía coinciden en el carácter religioso del ataque y la Audiencia Nacional lo investiga como terrorismo.

Volvamos a la «locura»: ¿impide la locura que la causa de un homicidio sea la religión? ¿Habría que hacer una prueba psicológica a todos los etarras asesinos para saber si mataron en nombre del nacionalismo o de una psicosis? ¿Es uno víctima o no del terrorismo en función de la salud mental de su atacante? Si eliminamos la religión de la cadena de hechos de Algeciras ¿habría un sacristán muerto? Es más, quien es capaz de matar a sangre fría en nombre de una idea ¿está libre de tener algún trastorno mental? ¿existe una disyuntiva entre la salud mental y las causas de un ataque violento? ¿Cuántos asesinatos a lo largo de la historia en nombre del nacionalismo, la religión o la raza habrán sido cometidos por personas con algún tipo de patología mental? ¿y si Hitler tenía serios problemas mentales, como afirman no pocos especialistas? Henry Murray, prestigiosísimo psiquiatra de Harvard, en 1943, describió al «Führer» como un histérico, neurótico, esquizofrénico y paranoico y pronosticó su suicidio 2 años antes. Para hacer el mal se puede tener una motivación nacionalista, racista o religiosa y además una salud mental deficiente.

Aunque quizá solo plantean desvincular los motivos cuando tememos que verbalizarlo nos puede hacer parecer algo que no queremos parecer a ojos de quienes pretenden imponer lo que se puede y no se puede decir, independientemente de si es o no verdad.

Por cierto, sabemos que el homicida de Algeciras atacó dos iglesias, dijo que los feligreses tenían que convertirse al islam, mató a machetazos a un sacristán e hirió a un sacerdote y que causó destrozos a imágenes católicas. Pero a juicio de algunos es precipitado hablar de motivos religiosos. Hablemos por ahora de «locura» a la espera de que algún psiquiatra nos avale.

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