Sigo avanzando en la obra de Hitchens. Sin duda lo que más valoro de él son las semblanzas que hace de personajes. Desde Churchill hasta JFK, de David Irving a Teresa de Calcuta, el ensayista británico brilla hasta deslumbrar. Soy incapaz de predecir lo que va a contarme de cada uno de estos perfiles. O la valoración que va a quedar al final del texto. Los trata uno a uno, una narración de hechos sin contaminar, que hace sentir muy cómodo al lector, pero sobre todo, y por esto le estaré tan agradecido: puedes relajarte en la lectura y confiar en él. Sabes que sus prejuicios nunca llegan a la punta de la pluma. Jamás dan forma a la tinta.
De las últimas semblanzas que he leído la que más me ha impresionado es la de JFK. La deconstrucción del clan Kennedy es implacable. No deja que la forma de morir dulcifique al resto del personaje. El texto es del tal impacto que lo he leído dos veces seguidas. Hitchens es capaz de anular mis prejuicios gracias a la total ausencia de los suyos. Y lo que es más importante: me está enseñando a desposeerme de ellos cuando de razonar se trata. Y creo que él lo aprendió de Orwell. Mi gratitud plena a Hitch.
